terça-feira, 17 de fevereiro de 2009

EN LA FUERZA DEL SEÑOR

Jesús es la luz del mundo, y vosotros habéis de amoldar vuestra vida a la suya. Hallaréis en Cristo fuerza para formar un carácter fuerte, simétrico, hermoso. Satanás no puede anular la luz que irradie de 62 semejante carácter. El Señor tiene un trabajo para cada uno de nosotros. No ha dispuesto él que seamos sostenidos por la influencia de la alabanza y el halago humanos; él da a entender que cada alma debe mantenerse con la fuerza del Señor. Dios nos ha dado su mejor don, su mismo Hijo unigénito, para elevarnos, ennoblecernos, y capacitarnos, invistiéndonos de su propia perfección de carácter para que tengamos un hogar en su reino. Jesús vino a nuestro mundo y vivió como él esperaba que sus seguidores vivieran. Si somos indulgentes con nosotros mismos y demasiado perezosos para hacer esfuerzos fervientes por cooperar en la maravillosa obra de Dios, afrontaremos pérdida en esta vida, y pérdida en la vida futura, inmortal.
Dios se propone que trabajemos, no de un modo desesperado, sino con poderosa fe y esperanza. Al escudriñar las Escrituras y ser iluminados para contemplar la maravillosa condescendencia del Padre al dar a Jesús al mundo, a fin de que todos los que creen en él no perezcan, mas tengan vida eterna, deberíamos regocijarnos con gozo indecible y lleno de gloria. Es el propósito de Dios que usemos para el adelanto de la verdad todo lo que pueda obtenerse mediante la educación. La piedad vital, verdadera, debe irradiar de la vida y el carácter, para que la cruz de Cristo sea levantada ante el mundo y a la luz de la cruz sea revelado el valor del alma. Nuestras mentes deben abrirse para entender las Escrituras, a fin de que obtengamos poder espiritual alimentándonos del pan del cielo (Review and Herald abril 8, 1890). 63